Integrar energías para prosperar
Escribí este artículo para Revista Caras Argentina
Hace unas semanas estuve en un Congreso de Mujeres Líderes dando una charla, el público objetivo eran mujeres líderes. Sentí que no quería ir a enseñar, sino más bien a compartir mi experiencia de vida personal y profesional. El gran desafío era hacerlo en tan solo diez minutos. Me entrené como speaker internacional hace varios años, y todo lo que aprendí debí acelerarlo.
Escribí la charla en el aeropuerto de Ezeiza, un día antes de darla. Dado que hablaría de mi, era fácil de recordar, solo debía practicar no extenderme en el plazo requerido.
La charla se llamó “Permiso para ser Mujer”.
Me inspiré en mi propio camino con diversos roles. Comencé mi carrera como Analista Contable en una Compañía de Seguros top del mercado, mientras estudiaba Administración de Empresas, luego pasé a ser Consultora de Sistemas SAP en PWC (Consultora Internacional dentro de las cinco mejores del mundo) y en ese camino nos compró IBM, de modo que terminé siendo Gerente de Proyectos allí hasta mis 32 años, momento en el cual, ya con un hijo de 2 años, decidí salir de mi trabajo estable para ir a ser freelance como Gerente Comercial en una Consultora y así administrar mi tiempo.
Te cuento esto, porque en ese camino, me encontré con desafíos varios respecto a mi rol de mujer como líder, en un mundo masculino en su mayoría.
Pensaba hablar de eso, y de cómo, a medida que me fui conociendo, pude reconocer en mis jefes y compañeros a mis ancestros y lo que debía sanar.
Desde chica miré mucho a mi padre, creo que porque nací primera y esperaba un varón.
Hubo momentos, antes de entrar a alguna reunión ejecutiva, en la que me encontré pensando: “qué fácil sería si fuera hombre”, y ni hablar, cuando llegó el momento de ser mamá. Recuerdo que tenía una oferta de un cliente de Estados Unidos, para mudarme allí, la cual tuve que desestimar, debido a que no querían a alguien embarazada, justo me enteré de mi embarazo cuando estaba en medio del proceso de cambio. Una marca más al tigre en ese momento.
Quería demostrarme que podría mantener el rol a pesar de ser mamá, y lo hice.
Cuando llegó el momento de divorciarme, todo se puso patas para arriba. Sentía un gran peso sobre mi espalda, el rol, la decisión, el mantener mi casa. Fue un gran momento de quiebre en mi vida, de hecho tengo cuatro muy marcados al día de hoy: el nacimiento de mi hijo, mi divorcio, el nacimiento de mi hija y el día que me pregunté para qué vine a este mundo.
Mi gran crisis existencial fue al momento de decidir separarme, me sentía mal, no quería que nadie fuera infeliz, ni mi hijo, ni mi ex, y menos yo por supuesto. En ese momento comenzó mi camino de búsqueda, a través de la psicología, el coaching, la sanación, la meditación, el yoga, las flores de bach, etc. Cosas que hoy son la base de lo que hago, sin saberlo en ese momento. Lo tenía tapado, todo ese mundo provenía de mi linaje materno, y yo no había puesto el foco ahí para desarrollarme profesionalmente. Estaba relacionado con mi energía femenina, de modo que no podía verlo ya que pasé mucho tiempo deseando emular a los hombres, buscando la aprobación de papá.
Algunas cosas que descubrí en ese camino de reinvención personal y profesional, y que comparto más abajo, fue de lo que terminé hablando en mi conferencia, acerca de la integración e importancia de «tomar a nuestros padres», que quiere decir amarles y aceptarles tal y como son, exactamente como son, vital para gozar de una vida fluida y saludable, donde el éxito en todos los ámbitos de nuestra vida nos acompañe.
El padre y la madre son dos figuras fundamentales en nuestra vida. Tanto en la terapia como en las Constelaciones Familiares, observamos en profundidad cómo es nuestra relación con ambos, cómo nos ubicamos dentro del sistema familiar respecto a ellos y si hemos dado el paso de tomarlos plenamente; es decir, aceptarlos y amarlos tal y como son.
Al acercarnos al mundo de las Constelaciones Familiares según Bert Hellinger (creador de esta metodología) sea desde una sesión individual o grupal, o en una formación como facilitadores, veremos que siempre hay una parte de trabajo común a todas, y esta es el trabajo con nuestra madre y con nuestro padre. Somos el resultado de su unión, cincuenta y cincuenta porciento. Una mitad nuestra es gracias a nuestra madre y la otra gracias a nuestro padre.
Lo que ellos son, cómo son y también todo lo sucedido en sus respectivos sistemas forma parte de mí a un nivel más profundo de lo que inicialmente podríamos pensar.
Algunas de las principales aportaciones de cada uno de ellos desde la perspectiva de las constelaciones familiares:
La madre nos conecta en primer lugar con la vida, ya que ella es quien nos nutre y nos da sus cuidados y afecto. Con ella tenemos nuestra primera experiencia de abundancia, gracias a todo lo recibido por ella en el mismo vientre materno y después en nuestros primeros años de vida. De ahí que ese primer patrón quede grabado en nosotros, y por tanto tomar a la madre es sinónimo de vida, abundancia, prosperidad y éxito. La forma en la que alguien se relaciona con su madre es también cómo se relacionará con su profesión y trabajo.
La madre también tiene que ver con nuestro estar en la vida con seguridad y con confianza, fluyendo con lo que nos llega y sabiendo que nuestras necesidades se verán satisfechas. Es posible que no de la forma en la que imaginamos. Tomar a la madre nos da confianza en nuestras propias capacidades, favorece la autoestima y la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Ella es la primera persona con quien me relaciono y con quien establezco un vínculo, por ello representa también el amor y nuestra facilidad para relacionarnos y vincularnos con otras personas. También tiene que ver con nuestra salud y con la relación con la comida. Algunos trastornos como compulsión por la comida o dificultades para digerir o asimilar bien el alimento pueden tener su origen en ese primer tomar de nuestra madre, así como en llenar vacíos que no pudieron ser satisfechos en su momento. Por supuesto que cada caso necesita ser revisado de manera particular.
En la medida en la que sea capaz de abrazar, aceptar y honrar a mi madre, lo haré con el éxito y la felicidad en todas sus formas.
El padre era quien mantenía a la familia, quien salía de casa para ir a trabajar para obtener unos ingresos con los que mantenerla. Aunque en las últimas décadas esa situación ha cambiado, todavía está grabada en nosotros y en nuestro inconsciente. Un padre que muchas veces parece que no está presente pero que gracias a él se pagan las facturas y se sostiene la familia.
El padre nos aporta la fuerza necesaria para que salgamos al mundo a desarrollar nuestra propia autonomía (estudios, trabajo, pareja, nuestra propia familia…). En brazos de la madre uno está sostenido, nutrido, pero cuando la persona crece necesita ir más allá de ese espacio seguro pero limitado que ofrece la madre. Necesita ser uno mismo, desarrollarse y estar en contacto con la realidad, con los retos y dificultades que en esta se presentan, y poderse mantener en ella.
Necesitamos a nuestro padre para poder decir sí cuando queremos decir sí, y no cuando queremos decir no, para establecer nuestros propios límites y hacer que otras personas los respeten.
El padre es nuestra primera figura de autoridad, y nos aporta estructura, organización y normas. Nos ayuda a marcarnos nuestros objetivos y a mantenernos en ellos, y a lograr finalizar con éxito aquello que nos proponemos.
Tomar y honrar al padre nos hace ir hacia nuestras metas y objetivos con mayor fuerza, confianza y seguridad.
Te deseo una excelente semana! Sé feliz! Sonríe aunque nadie te vea!
Paula Cabalen
Mentora y Coach de Vida y Negocios. Consultora estratégica. Conferencista. Escritora.
CEO y fundadora de Consultophy
Points of You Country Leader
@paulacabalen
www.paulacabalen.com